"Poco a poco". Esa es la frase elegida por los más veteranos de este deporte. La puedes escuchar infinidad de veces en tu paso por él. ¿Y por qué? Pues nada más lejos que por la “ansiada ansiedad” de querer hacer y lograr los retos más difíciles cuanto antes, como si la vida nos fuese en ello, sin disfrutar de todo el camino que precede al gran logro. La gente olvida que con las distancias más pequeñas, su preparación, entrenamientos y sacrificio, éstas también acaban convirtiéndose en grandes logros. Parece que la gente se aburre y decide, así de buenas a primeras, hacer pues eso, ¡ala!, un Ironman, así de siempre, y como diría un tal Loreal, porque yo lo valgo.
Mi intención principal no se aleja mucho
de este dicho, quizás equivocado, quizás no. Mi reto era hacer, este segundo
año, un medio Ironman y más exactamente el famoso Ecotrimad. Todo quedó en un deseo y
finalmente pensé que el 2014 sería el año, prefería ir “poco a poco”. Tampoco
quería, como he llegado a ver en alguna competición a la que he asistido como
público, tener que hacer la media maratón andando simplemente por el hecho de
llegar. Ya con un entreno digno esto puede ocurrir, andar más de la cuenta,
pero hacerlo por hacerlo a sabiendas de que sufriré como un perro llegando
casi, casi a perder la cabeza y no saber ni donde estás, no me iba ni un cacho.
Este año he entrenado muy bien y todo en mí ha cambiado, mi cuerpo, mi mente y
mi forma física. Diría que nunca, ni en mi época como ciclista, he estado tan
fuerte y me he encontrado tan bien. En este caso doy las gracias a esos pedazos
de entrenos que cada semana me manda Ceci y que intento seguir todo lo que
puedo, y como no a mis compañeros del club, el Trialcorcón, que sin ser, por desgracia, muy
asiduas mis comparecencias en los entrenos con ellos, entre whatsap, foro y
coincidencias en la piscina y competiciones, también se aprende muchísimo.
Era el momento y la distancia
short del Triatlón WILD WOLF de Madrid era la prueba para desvirgarme de la
distancia sprint.
El ambiente como suele ser en estos
casos, era excelente. Los coches empezaban a llegar a las proximidades de la
zona del lago de la Casa de Campo de Madrid donde estaba ubicado todo el
tinglado que conlleva la organización de un triatlón con ambas transiciones en
el mismo lugar y con tal cantidad de participantes. Las bicicletas y sus
jinetes cargados con grandes mochilas a rebosar de nervios se aproximaban en
cuenta gotas a la zona de boxes donde dejar todo preparado para sus dos pasos
por ese lugar. A mi llegada los participantes de la distancia half ya han
empezado hace un rato. En el día de hoy se celebran dos pruebas, la Half y la
Short, la mía. El día anterior se celebraron la super sprint, sprint y
olímpico. Veo a lo lejos como algunos participantes corren en busca de sus
bicis desde el lago en dirección a boxes, así como a algunos otros que ya están
comenzando su andadura ciclista. Algún día haré tales distancias yo también, o
eso espero. Poco a poco. Primero bajo a recoger el dorsal y vuelvo al coche a
preparar todo. Coloco los dorsales en la bici, casco y porta dorsal. Me pongo el
chip. Inflo las ruedas, etc. Una vez en boxes y cuando tengo todo preparado me
doy cuenta de que me falta el gorro de natación, me lo he dejado en el coche y
como no queda otra me doy una caminata con la mochila de los nervios a cuestas
en busca del desaparecido gorrito rojo que indica que salgo en la primera
tanda. Y allí estaba, se había caído entre los asientos del coche. Otra vez
para abajo. Entrego la mochila en el guardarropa y me marcho hacia el pantalán.
De momento no he visto a ninguno de mis tres compañeros de equipo que harán la
distancia short. Cuando llego ya hay gente que calienta en el agua, pero aún
falta un rato para empezar y me quedo mirándolos nada más. La gente dice que el
agua está muy buena, incluso alguno dice que mejor que la de la piscina
climatizada. Pues una vez me lanzo al agua a calentar un poquito doy fe de lo
oído, está de lujo. Qué comparación a la del último triatlón en Segovia donde
aún con el neopreno te quedabas congelado. El pantalán se empieza a llenar de
gente. Está a punto de dar la hora. Ahora veo a Sergio que llega algo justo de
tiempo y seguidamente a Alberto. Luis, el compañero que falta y a quien no
conozco aún, saldrá en otra tanda posterior. Ya sólo estamos en el pantalán los
participantes con el gorro rojo y se da la salida.
Me he puesto por la parte derecha y
delante de mí se tira bastante gente. Tengo que esperar unos segundos antes de
lanzarme si no quiero caer encima de alguien. Veo un pequeño hueco y me lanzo.
950 metros por delante. Mi mayor distancia compitiendo. Empiezo bien y no noto
ni un solo golpe. ¡Qué gusto joder! Últimamente me machacaban. Las distancias
entre boyas se me hace corto. Voy muy bien y disfruto de cada brazada. Se que
el ritmo no es muy rápido pero no me importa. Es la primera vez que nado a
gusto y sin agobios, y llegar con buenas
sensaciones es mi prioridad. En los giros hay golpes irremediablemente, pero
estoy fuerte y recupero rápido la compostura siguiendo con mi nado. En la última
parte me han pasado unos 4 atletas que han salido en la segunda tanda, dos
minutos después que yo, y sin más llego a la rampa de salida. Corro por el
pantalán y un largo camino por moqueta azul llena de piedrecitas debajo de ésta
hace que corra como quien evita chinchetas mientras anda descalzo.
La carrera son dos vueltas a un circuito
de 5 kilómetros, dos y medio de ida y otros tantos de vuelta. Los dos primeros
kilómetros y medio y hasta que giras 180 grados para volver en dirección
opuesta se me hacen eternos y parece que hubieran sido siete. Hago el giro y me
encuentro a Sergio de frente. Paso del avituallamiento y sigo dirección a la
primera vuelta. Antes de llegar al kilómetro 4 más o menos me adelanta Sergio,
nos animamos y le mantengo toda la carrera unos 50 metros delante de mí.
También nos cruzamos con Alberto y Luis animándonos mutuamente siempre. Se está
haciendo duro y empieza la segunda vuelta. Somos muchos atletas en el circuito.
Aquí nos hemos juntado también las dos distancias. Las piernas no van mal pero
están tocaditas y el cansancio general se nota ya demasiado. Me tomo un gel que
cogí de la bici y que llevaba en la mano justo antes del avituallamiento donde
cojo agua que me hidrata bien y me quita la pastosidad que dejan estos geles en
los labios y dientes. También los chorros de agua colocados por la organización
son un buen aliado contra el calor, vienen de lujo y te dan ese pequeño plus
para continuar algo más fresquito. Hace calor, el día es ejemplar en este
sentido y aquí, en la Casa de Campo, se agradece mucho la gran cantidad de zona
arbolada que hay en el circuito de los 10 kilómetros. Sigo viendo a Sergio, pero
en los últimos dos kilómetros y medio me saca un poco de ventaja. Lo está dando
todo el jodío. Yo también, pero un pelín más lento, jeje. Se acerca la meta.
Estoy muy contento, he pasado con nota la distancia, me lo he pasado en grande
sabiendo sufrir y haciendo un tiempo muy bueno según mis expectativas. Se ve la
línea de meta y su rampita para cruzarla, la subo y cierro ambos puños al pasar
bajo el arco, sin levantar los brazos, en señal de rabia y satisfacción. Voy
por el buen camino, estoy haciendo las cosas bien y disfruto de cada
entrenamiento para saborear a conciencia después cada competición.
Aquí dejo los tiempos que realicé. Y lo
de las fotos, una pena. La organización no puso fotos, apenas una veintena, y contando
que mi familia, que es mi reportaje fotográfico, no pudo venir, pues no he
salido en ninguna. ¡Qué rabia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario